Una amiga me dijo una vez “nunca me he acostado con un hombre que no me gustara, pero me he levantado con muchos”.

Llega a mis manos un estudio sobre el arrepentimiento en las relaciones sexuales que publicó hace un par de años la revista Evolutionary Psychology: https://lnkd.in/da6–zqh en donde a través de una encuesta on line a 399 jovenes de entre 18 y 30 años se constataba que “la mayoría de las mujeres reconocieron haber tenido muchas más relaciones de las que posteriormente se arrepintieron“

Arrepentirse de haber tenido una relación sexual no es nada nuevo. El problema es que los colectivos feministas en España, han apostado por criminalizar ese arrepentimiento y ello ha propiciado multitud de denuncias hacia hombres que tuvieron una aventura ocasional que después ha derivado en un suplicio judicial que les ha llevado incluso hasta la cárcel.

Dirimir si la denuncia tiene suficientes argumentos jurídicos como para determinar si hubo o no hubo delito está en manos de los jueces, pero es verdad que hoy por hoy, las leyes como la del solo si es si, en donde la simple declaración de la mujer evita la presunción de inocencia del hombre, dificulta la defensa y aboca a un inexorable proceso judicial con un enorme sufrimiento emocional, económico y social por la estigmatización del tipo penal (entre otros, la llamada pena del Telediario).

Poco se contrasta la declaración de la presunta víctima y ni tan siquiera se admiten pruebas de la defensa con el pobre argumento de no revictimizarla. Así las cosas, ¿que puede hacer un hombre para evitar una condena por un delito que no ha existido?

Tan solo confiar en que la formación de jueces y fiscales en este tipo de denuncias sea lo suficientemente profesional y seria como para poder interpretar la declaración de la mujer y no dejarse llevar por la presión mediática.

Por desgracia, estamos lejos todavía de conseguir que esa formación evite casos injustos de condenas “por arrepentimiento” y jueces y fiscales se dejen llevar más por la presión política de los “lobbies” feministas que por un interés de impartir justicia en base a “hechos probados”.

En este sentido, solo nos queda implorar la fórmula de Blackstone “es mejor que diez personas culpables escapen a que un inocente sufra”