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Determinar el número de falsas denuncias por maltrato en España es complicado. Los datos oficiales de la Fiscalía hablan de que en 2020 solo se abrieron 7 causas por denuncia falsa relacionadas con violencia de género. Pero lo cierto es que desde otras fuentes se asegura que esa cifra no tiene que ver, ni de lejos, con la realidad.

De hecho, no es infrecuente oír hablar en los medios de falsas denuncias por maltrato, algunas de las cuales han acabado de una forma trágica. Sin embargo, no entran en las estadísticas por infinidad de cuestiones, desde la retirada de la denuncia antes de que llegue al tribunal, a las dificultades para que sea admitida si no se cumplen toda una serie de requisitos.

Sin embargo, esas falsas denuncias por maltrato a veces pasan por alto por otro motivo. Quien sufre una acusación incierta de malos tratos suele centrarse solo en la defensa. Esta suele suponer un desgaste psicológico importante. Por eso, lo común es limitarse a rebatirla, sin plantearse siquiera que la otra persona está cometiendo un delito igualmente denunciable.

En caso de ser víctima de falsas denuncias por maltrato, lo fundamental es poner el caso en manos de profesionales especializados, abogados y, de forma especial, detectives. Solo estos últimos pueden recabar pruebas fehacientes que confirmen la falta de veracidad de la denuncia y que, además, puedan admitirse como prueba en un juicio.

El trabajo del detective

Conseguir pruebas suficientes para desmontar en un proceso judicial las falsas denuncias por maltrato no es sencillo. Hay que tener en cuenta que quien presenta la denuncia puede estar dispuesto a todo, en casos extremos incluso a autolesionarse. Y no solo hay que hablar de malos tratos físicos, sino de los psicológicos, a los que se alude con frecuencia en este tipo de denuncias por las dificultades para probar que realmente nunca existieron.

El trabajo del detective en estos casos tiene que ser especialmente riguroso. Debe conocer en profundidad la relación entre ambas partes para poder plantear el origen de esa falsa denuncia y actuar de acuerdo a ello. Cualquier detalle, por pequeño que sea, puede dar la pista para ir por el camino correcto.

Después llegará el momento de analizar conversaciones y de investigar en el entorno de denunciante y denunciado en busca de personas que aporten un testimonio valioso que sirva para apoyar la defensa. Por supuesto, el detective también hará un seguimiento de la persona que ha interpuesto la falsa denuncia porque no es poco común que quien es capaz de mentir de esa forma busque algún tipo de compensación.

Pero tampoco hay que olvidar que existen falsas denuncias por maltrato especialmente dolorosas: cuando lo que está detrás es la custodia de menores. En ese caso, quien sufre la denuncia se expone a unas consecuencias tan dramáticas como perder a sus hijos si no puede demostrar fehacientemente que la expareja está mintiendo. Por eso el trabajo de un detective es tan importante.

Nunca hay que confundir acciones

En ocasiones, la voluntad de generar polémica hace que se intente convencer de que luchar contra las falsas denuncias por maltrato es luchar también contra estos. Nada más lejos de la realidad, quien sufre una agresión, del tipo que sea, es una víctima; pero aquel que es objeto de una denuncia falsa también lo es. Y en ambos casos existe el derecho a la defensa y la obligación de todos, sociedad y poderes públicos, de luchar contra acciones que son delictivas.

Por tanto, ser objeto de falsas denuncias por maltrato requiere de acciones contundentes, y no solo por la necesidad de defenderse de una actuación injusta. También lo es con el objetivo de servir de ejemplo y de aviso de que los delitos no quedan impunes. Pero para ello es imprescindible luchar con una base sólida y con pruebas que ningún tribunal pueda desestimar. Y es ahí donde el trabajo de un buen detective puede ser decisivo.