Los niños que sufren de acoso escolar o bullying tardan una media de 13 meses en pedir ayuda, según un estudio de la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes (ANAR) y Mutua Madrileña. Durante más de un año, se enfrentan a insultos, chantajes, amenazas, agresiones… que pueden llegar a ocasionarles daños psicológicos muy graves. Los tentáculos de este hostigamiento son muy largos: pueden producirse en el propio centro escolar (en el recreo, en el aula, en los pasillos…), en otros escenarios relacionados (el camino a clase o la vuelta hacia casa), en las calles del barrio o incluso mediante acoso en las redes sociales. Pero a pesar de que se mueve en silencio, hay algunos síntomas en el menor que pueden hacer saltar la alerta.
Si crees que tu hijo sufre bullying, no esperes ni un minuto más para hablar con él y con sus profesores para esclarecer la situación: Las agresiones verbales y/o psicológicas influyen de forma muy negativa en su personalidad y actitud ante la vida. Para salir de dudas, también puedes recurrir a un detective privado especializado en detectar casos de bullying, mediante el seguimiento y vigilancia de las actividades del menor dentro y fuera del colegio, entre otras acciones.
Cambios de comportamiento y otros signos de bullying
La edad en que más casos se detectan de este tipo de acoso es entre los 12 y los 13 años. Coincide con un etapa llena de nuevas experiencias en la vida y, por ende, ligada de por sí a actitudes cambiantes que no siempre van a apuntar al bullying.
Sus consecuencias no suelen manifestarse de repente, sino que llevan un proceso más lento que se refleja en actitudes como las siguientes:
- Reticencia a ir al colegio
- El menor se pone especialmente nervioso cuando llega el domingo por la noche
- Refugiarse en casa
- Abandono de aficiones y de sus amigos habituales (pasa mucho tiempo solo)
- Cambios de humor muy negativos (tristeza, irritabilidad…)
- Respuestas evasivas sobre el colegio (o directamente no contesta)
- Baja su rendimiento escolar
- Rechazo al uso del móvil
Dado que el chantaje es muy típico en este tipo de acoso, también es habitual que el niño pierda regularmente la ropa o el material escolar, sin que sepa explicar el cómo o haciéndolo de forma muy nerviosa. Muchas veces esta agresión se centra en el dinero, lo que lleva al menor a pedir constantemente dinero, sin que los padres puedan entender su gasto. Lesiones, moratones, rasguños… también son signos que pueden apuntar a un maltrato físico.
En cuanto a los síntomas psicosomáticos, las evidencias más comunes son las alteraciones de sueño, las pesadillas, los problemas de apetito, malestar al levantarse, mareos, sensación de asfixia etc…
En la mayoría de casos, los niños van a ocultar a sus progenitores que sufren acoso por vergüenza o miedo a su reacción. Buscar pruebas de bullying y actuar cuanto antes es vital para detenerlo y evitar consecuencias irreversibles. Si conoces un posible caso, recuerda que es siempre mejor dar la voz de alarma y poder empezar a investigar para, como mínimo, descartar sospechas. Actuar a tiempo ante esta realidad es clave. Consúltanos vía telefónica (900 600 200) o bien vía correo electrónico (info@detectib.com). Estamos a tu servicio las 24 horas del día.