Un de nuestros últimos casos de localización de personas comienza con una llamada de una abogada de Madrid a las oficinas de detectib en Palma. Un cliente suyo al que llamaremos Andrés para salvaguardar su identidad, le ha solicitado que busque una agencia de detectives privados para ayudarle a encontrar a su hermana de madre de la que, por no saber, ni siquiera sabe el primer apellido. La madre de su cliente se había separado de su marido, el padre de Andrés, cuando éste era pequeño y había rehecho su vida con otro hombre con el que tuvo una hija allá por los años 80. La mujer había confesado a su hijo que tenia una hermana y que un día le diría dónde poder encontrarla pero murió antes de poder confesarle el secreto.
Desde el momento de la muerte, Andrés y su abuelo emprendieron la búsqueda de la niña en todos aquellos lugares que consideraban que podía estar. Enviaron cartas a programas especializados de televisión, colocaron carteles en árboles y farolas de algunos pueblos y solicitaron a amigos de su madre y conocidos alguna información sobre la identidad y localización de la niña. Finalmente, averiguaron su nombre aunque aquí le llamaremos Irene por motivos obvios.
Tras años de búsqueda y con poca esperanza de conseguir resultados positivos, Andrés contactó con algunos detectives privados que rehusaron la investigación por encontrarla complicada ante los pocos datos que aportaba para la investigación.
En detectib nos ilusionan los retos y cuando la abogada nos llamó y nos contó la historia decidimos aceptarla aunque en ningún momento ocultamos que el porcentaje de éxito era de apenas un uno por ciento. La investigación se asignó a Victor y a mí y nos pusimos manos a la obra. Tan solo contábamos con el nombre de la chica, el segundo apellido y un abanico de años en los que podía haber nacido. Nada consistente, muy poco para empezar.
Clasificamos la documentación que nos aporto Andrés, cruzamos datos, buscamos información y así conseguimos una primera pista del lugar de nacimiento de Irene, pero a decir verdad era una pista muy flojita que hizo subir muy poco el termómetro del éxito. La pista nos llevó a un grupo de personas de nombre Irene y con el mismo segundo apellido que Andrés, es decir el de la madre de ambos. Y ahí empezó toda una ardua labor de investigación. Descartamos algunas candidatas por la fecha de nacimiento y nos quedamos con unas cuantas que podrían ser la Irene que buscábamos. Solicitamos pruebas documentales que nos pudieran poner en la buena pista y……¡bingo! una de ellas, concretamente una partida de nacimiento, correspondía a la hermana de Andrés. Su madre era la misma. Allí estaba el nombre y los dos apellidos de nuestro objetivo. También la fecha exacta de nacimiento. Ahora teníamos que averiguar si vivía o no y en caso afirmativo en que ciudad, en que domicilio. ¡¡Complicado!!
De nuevo manejamos cientos de datos; este sí, este no, este dudoso. Muchas horas cotejando hasta que la lista se redujo a 6 domicilios en diferentes ciudades. Empezamos por los que considerábamos mas probables porque eran más recientes, así que al día siguiente volábamos hasta Alicante para empezar la búsqueda, el verdadero trabajo de campo.
En el primer domicilio nos confirman que Irene habitó allí pero su propietaria nos dijo que hacía más de 2 años que no tenia idea de donde podíamos encontrarla. Los ánimos se resintieron pero ya os he contado que en detectib la ilusión viene dada por los retos y no hay tiempo para venirse abajo así que a la mañana siguiente nos fuimos hasta el siguiente domicilio de la lista. Está en una urbanización de veraneantes pero en diciembre apenas hay nadie y además llovía y hacía viento. Para colmo de males, el trazado arquitectónico de la urbanización es tremendamente complicado y no logramos encontrar la dirección exacta. Mañana perdida. Durante la comida, hacemos decenas de llamadas a los compañeros del despacho. ¡Esto puede ir para largo!. Necesitamos algo más: un teléfono fijo, un móvil, un apartado de correos, un recibo de un gimnasio, que sé yo. ¡¡Lo que sea. No podemos pararnos aquí.!!!
Por la tarde, vuelta a buscar el domicilio pero solo encontramos casas deshabitadas y poco más. Decidimos irnos a descansar. No comentamos nuestro cansancio y desánimo pero está claro que los dos estamos preocupados ante la falta de resultados. En el hotel repasamos otra vez todos los datos de los que disponemos y nos conectamos a Internet, cada uno con un ordenador, buscando alguna pista, algún dato que nos vuelva a ilusionar pensando en que mañana conseguiremos el objetivo. A las tantas de la noche tenemos algo más; algunos números de teléfonos móviles que tendremos que comprobar dentro de unas horas, cuando aclare el día.
Después de desayunar, establecemos la estrategia del día y nos repartimos las tareas. Si no lo logramos hoy, la cosa se complicará. Hoy es día 5 de diciembre. Al día siguiente empieza el largo puente de la Constitución y todo se hará más difícil porque establecimientos y organismos públicos cierran sus puertas varios días y si necesitamos algo, será más complicado. Empezamos a llamar a los números que tenemos y preguntamos por Irene. Tras varios intentos fallidos, la enésima llamada es positiva. ¡Sí, soy yo!, me contesta y no hace falta decir que noté como la adrenalina me secaba la boca en un instante. Intenté contener la emoción y los nervios y puse en marcha la segunda parte de la estrategia. Me hago pasar por un repartidor de paquetería que intento entregar un pedido a su nombre en otro domicilio pero no logro encontrar a nadie. Irene se extraña al principio pero después confía y me facilita el domicilio correcto. Hasta allí nos vamos y vuelta a llamar pero esta vez para intentar verla y por supuesto grabarla. Con argucias detectivescas, conseguimos el objetivo. Decenas de fotos y videos con teleobjetivo a una distancia prudencial inmortalizan el momento. ¡Lo hemos conseguido!
Pasado el puente de la Constitución me reuní con Andrés en el despacho de su abogada. Se presentó acompañado de su pareja y lo primero que le solté fue ¡Andrés, hemos localizado a su hermana! Su cara reflejó una normal desconfianza pero le cambió al presentarle la partida de nacimiento de Irene. Después se interesó. Se le ocurren cientos de preguntas: ¿Dónde vive? ¿Qué hace? ¿Cómo es?. Está un poco aturdido. No acaba de creérselo del todo.
Le entrego el informe, le enseño las fotos y el vídeo. Me despido de todos. ¡Suerte! ¡Por favor cuénteme el desenlace cuando pueda. Me gustaría saberlo!
Unos días después hablé con Andrés. Me cuenta el desenlace. No pudo resistir la tentación y ese mismo día llamó a su hermana. Le explicó quien era y posteriormente cogió el coche y condujo hasta Alicante para cenar con ella. Irene le devolverá la visita en los próximos días para pasar con Andrés y su familia las Navidades. Veintinueve años después tienen mucho que contarse.
P.D. Pedí permiso a Andrés para contar este caso, por supuesto salvaguardando identidades. A Irene la localizamos en la provincia de Alicante y aunque no he vuelto a hablar con ella desde el día en que me hice pasar por un repartidor de paquetería, intuyo que cuento con su aprobación en las mismas condiciones que su hermano. No podía dejar pasar la oportunidad de compartir con todos ustedes lo más hermoso y gratificante de nuestra profesión.
Juan Carlos Delgado